“Nunca seas prisionero de tu pasado sino arquitecto de tu futuro”
Mi espacio se detiene unos instantes. Observo esta escena, con la calma de aquel que deja que las agujas del reloj se muevan con libertad. Atisbo el paralelismo, entre el contenido de sus palabras y el simbolismo reflejado en todo el conjunto de su estampa. El camino hacia delante, el caminante mirando al frente, la impresionante arquitectura de una catedral en el fondo, la lejanía del camino que queda por recorrer,….
Me encanta por una llana y simple razón, el concepto que en ella se refleja. El concepto de avance, de no estancamiento, de futuro, de metas y objetivos, de no dejarse arrastrar ni anclar por los acontecimientos pasados, por muy penosos o duros que estos nos resultasen. Es increíble la fuerza con que algunas personas se aferran al pasado, aunque este pasado los paralice, los lleve a la inacción y los ancle al sufrimiento. La vida implica cambios, implica retos, implica seguir avanzando o perderemos nuestro equilibrio emocional. Saber perdonarnos a nosotros mismos y a los demás, por los errores pasados, se puede convertir en una de nuestras mayores fortalezas; porque nos aparta del rencor y la culpa.
Tanto el rencor como la culpa, son uno de los mayores elementos del desgaste personal. Nos carcome, como el agua oxida y carcome al hierro. Por muy fuerte que sea el acero, si lo hundimos en agua permanentemente, acabará oxidándose. Ese mismo desgaste, paulatino y constante, se produce en el equilibrio emocional de la persona que vive inmersa en el rencor y la culpa. Dejar ir y soltar lastre, se convierte en uno de los mayores ejercicios de libertad.
El sauzal a 17 de Febrero de 2016
Eguzky Gaztañaga Kobeaga
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