TODO EL MUNDO HABLA DE LA ACTITUD, PERO ¿QUÉ ES LA ACTITUD????

¿Me gusta la playa o me gusta más el monte?, ¿Me gusta trabajar en equipo o me gusta más el trabajo en solitario?, ¿Estoy a favor del matrimonio o en contra?, ¿Me gusta salir de fiesta hasta las tantas de la mañana o prefiero una cena tranquila con amigos?, ¿Creo que es positivo hacer deporte y cuidar nuestra alimentación o me inclino más hacia una vida sedentaria?

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La actitud es la valoración que hacemos sobre las cosas, las situaciones o las personas. Esa valoración se realiza en dimensiones evaluativas tales como: bueno – malo, positivo – negativo, me gusta – no me gusta.

Tomamos nuestras elecciones y decisiones en función de nuestras actitudes, esto es, en función de la valoración positiva o negativa que realizamos sobre algo o alguien. En este sentido, si tengo una actitud negativa hacia el trabajo en equipo, lo más probable es que no me guste trabajar en equipo, me sienta incómodo al hacerlo y tienda a buscar un trabajo más en solitario. ¿Cuándo puede acarrear esto un problema?, cuando mi empresa me exige un alto grado de trabajo en equipo y mi actitud es negativa hacia este respecto.  Nuestra actitud, acabará manifestándose y mí  desagrado terminará por reflejarse en mi entorno laboral.

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Las actitudes se expresan en tres componentes: el cognitivo, el afectivo y el conductual.

Si seguimos con el ejemplo del trabajo en equipo, la persona que tiene una actitud negativa pensará cosas como: “No me gusta trabajar en equipo porque al final termino haciéndolo todo yo”, “los otros son unos vagos que esperan que yo lo haga todo”, “tendré que estar detrás de los demás para que me entreguen su parte del trabajo”, ….

Esto supondrá a su vez una parte afectiva. Los sentimientos y emociones que la persona experimentará al trabajar en equipo, serán  emociones tales como: irritabilidad, ansiedad, desagrado, enfado, rivalidad…

Por otra parte, entrará en juego el componente conductual de la actitud, es decir, todos aquellos comportamientos que la persona despliega hacia el trabajo en equipo. En este caso, como la actitud es negativa, sus comportamientos mostrarán su malestar: gestos de desagrado, observación minuciosa de la conducta de los otros, habrá información que puede no compartir con sus compañeros  para demostrar posteriormente ante sus jefes que es él quien trabaja más que los demás,…

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A su vez, las actitudes influyen en la búsqueda de información que valide dicha actitud. En este sentido, la persona con una actitud negativa hacia el trabajo en equipo, estará muy pendiente de lo que hacen los demás: las veces que se van a tomar café, las veces que se paran a hablar con los otros, la diferencia de sobrecarga de trabajo entre él y los demás, las veces en que los otros no tienen su parte realizada a tiempo, los fallos que cometen,…

Nuestra actitud también guiará el funcionamiento de nuestra memoria. Tendemos a distorsionar nuestros recuerdos para ajustarlos a nuestras actitudes actuales. En este sentido, la persona con una actitud negativa hacia el trabajo en equipo, tenderá a recordar todas las cuestiones de trabajos anteriores  que refuercen su idea. Buscará en su memoria recuerdos que avalen que el trabajo en equipo  no es positivo y tenderá a ignorar los hechos que demuestren que funciona.

Lo que está claro, es que las actitudes juegan un papel fundamental a la hora de dirigir la atención, los pensamientos y la conducta de las personas. La manifestación de nuestras actitudes personales a través de opinar y expresar que sentimos y pensamos sobre las cosas, sirve para informar a los demás y a nosotros mismos sobre quienes somos. Las actitudes forman un importante papel en la definición y el fortalecimiento de nuestra propia identidad. Nos hacen acercarnos a otras personas con actitudes similares, lo que implica satisfacer necesidades básicas como la aceptación y la pertenencia grupal. Simplificar la enorme cantidad de información que nos viene diariamente, a través de estas dimensiones evaluativas, nos hace tener un mayor conocimiento y control psicológico sobre el entorno.

Por todo ello, es positivo tener actitudes respecto a las cosas y personas que nos rodean. Tener una actitud negativa hacia el consumo de drogas, será un factor de protección ante un posible consumo futuro. Tener una actitud positiva hacia el estudio, favorecerá una vida de formación y conocimiento. El problema estriba, cuando la actitud que tenemos hacia algo o alguien, no nos ayuda sino todo lo contrario. Cuando nos genera dificultades a nosotros mismos y a nuestro entorno. Es en ese punto, donde debemos plantearnos  si nuestra actitud en esa cuestión puntual, es la más acertada o sería conveniente cambiarla!!.

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El sauzal a 11 de Septiembre de 2017

                                            Gabinete Psicológico Eguzky Gaztañaga Kobeaga.